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Arquitectos: Hierve Diseñería
- Área: 2511 m²
- Año: 2005
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Fotografías:Fernando Cordero, Alejandro Villareal
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Este edificio nos habla de intermediación. Es un elemento que busca situarse en un punto medio entre la cultura y la natura, entre la apertura y la introspección, entre la imposición y la disolución.
Este edificio nos habla de seriedad y al mismo tiempo de juego, de solidez y fragilidad, de la contundencia del peso y del alivio que brinda la ligereza.
Su sabor es urbano con un toque lúdico/infantil. Vemos rigidez ortogonal aderezada con una lluvia de esferas que brindan no solo color y brillo, sino el recuerdo de que la poesía se puede materializar en nuestra cotidianidad.
El edificio se ubica sobre una pequeña calle de una colonia residencial de la Ciudad de México. Esta calle aunque está ubicada en una zona de uso residencial, está muy cercana a un corredor comercial altamente transitado. Esto permite que el edificio este por un lado en contacto con la tranquilidad y quietud de dicha calle y que al mismo tiempo se confronte con la enajenación urbana proveniente del corredor comercial.
El propósito del proyecto fue conformar un bloque funcional que tuviera la capacidad de insertarse suavemente en el contexto y que pudiera disolver o diluir la fuerte información contenida en dicho entorno urbano.
El edificio colinda al poniente con una casa unifamiliar y al oriente y sur con una tienda de auto servicio. El programa arquitectónico incluye un estacionamiento subterráneo para 24 cajones y acomoda 13 departamentos en 2 bloques, uno se localiza en la parte frontal del terreno (con orientación norte) y el otro en la parte trasera (con orientación sur). Estos se conectan en cada nivel a través de una zona que contiene un vestíbulo, escaleras y el núcleo de elevadores. El bloque de la parte posterior cuenta con 5 niveles y el frontal con 4 niveles, condición que permitió que en la azotea de este último se ubicara una terraza para eventos especiales. Los espacios interiores de los departamentos se dejaron lo más libres posible y se optó por no hacer la selección de acabados, para que así cada usuario tuviera la oportunidad de crear el espacio interior según sus necesidades y gustos.
La paleta de materiales se mantuvo con 3 ingredientes: uno neutro que permitiera conectarse con el entorno urbano (concreto aparente y aplanados grises), uno cálido que brindara al habitante una conexión con la naturaleza (madera tipo machiche) y uno colorido que inyectara sabor y alegría al proyecto (vidrio soplado y piso epóxico color verde).
La fachada esta compuesta por 7,723 esferas de vidrio soplado fabricadas de forma artesanal en un taller de la ciudad de Guadalajara, Jalisco. Cada esfera es soportada por un disco de EPDM (un tipo de hule utilizado por la industria automotriz, con alta resistencia a la intemperie), que a su vez se encuentra fijado a un cable de acero inoxidable a través de una tuerca convencional. Cada cable carga un máximo de 27 esferas y estos se encuentran sujetados en su parte superior a la estructura de concreto y en su parte inferior a unos perfiles de acero estructural.
Esta masa de esferas permite crear cierta introspección para los habitantes y al mismo tiempo suavizar la experiencia visual desde el interior de los departamentos. Así mismo, ha probado ser resistente a las inclemencias del tiempo y de los usuarios, sin embargo, el principal problema que ha presentado es su limpieza, la cual se realiza de forma manual y requiere una periodicidad del doble con respecto a una fachada convencional.
La idea de emplear esta masa de esferas proviene de caminar por un mercado y ver cómo están acomodadas las frutas y las verduras, de ver la foto de unos niños jugando con burbujas de jabón en una plaza, de observar la incesante cualidad del mexicano por construir su realidad a través de la repetición, de la necesidad de incorporar la magia e inocencia en nuestra vida cotidiana y de recordar que la belleza puede estar presente en nuestras vidas si así lo decidimos.